Me pedía que no fuésemos
nada no porque no pudiese
atarse a nadie, sino porque el
prefería ser libre de elegir a diez
de cada veinte mujeres y estar
con ellas. Usarlas a su antojo,
decirles a cada una las mismas
frases compiladas, entregarles
la misma cantidad de cariño
y llegar como bien dirían zafando
.Creyó que podría hacer
lo mismo conmigo, que estaría
totalmente dispuesta a jugar a
ser algo sin títulos ni
responsabilidades, sin sentimientos.
No eramos ni un sentimiento.
Todo sería algo mecánico: el sexo,
los abrazos, las palabras, cada encuentro.
Todo previamente calculado. No necesito
eso, no necesito una máquina al lado mío.
Puedes irte bien a la mierda, ya no te quiero.
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